Que Barcelona es una de las ciudades del mundo con más atractivo turístico es un hecho innegable. Su situación privilegiada, su clima, su puerto, su arquitectura o su oferta gastronómica son algunos de los muchos motivos para que, sin retroceso, se batan récords de visitas.

25 años atrás, cuando la ciudad se preparaba para su gran puesta de largo en forma de juegos olímpicos, los turistas se recibían con euforia y optimismo, se les enseñaba a decir «Barcelona, t’estimo» en un catalán que, por entonces, no hablaba de independentismos y se construían hoteles por doquier a contrarreloj.

Las cosas han cambiado desde entonces, el número de visitantes se ha desbordado, la cafetería del barrio es ahora una más de una importante cadena multinacional, el antes típico mercado de la Boquería tiene mucho de parque temático, los alquileres se han disparado y no pocas voces locales se han unido contra un modelo económico al considerar que, aunque muy rentable, hace peligrar la identidad de la ciudad y el bienestar de sus habitantes.

En este contexto, a principios de marzo del año 2017

[1] entró en vigor el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (en adelante, el «PEUAT») con tres objetivos básicos: (i) aliviar la presión turística, especialmente en algunas zonas de la ciudad; (ii) propiciar el equilibrio y la diversificación urbanos; (iii) paliar las consecuencias de un turismo desmesurado y (iv) garantizar el derecho a la vivienda.  Así, el PEUAT regula la implantación de los alojamientos turísticos en todas sus modalidades, desde los albergues de juventud, pasando por las residencias colectivas, las pensiones y los hoteles.

El PEUAT. ¿Existe una medida justa de turismo?

Además de unas disposiciones comunes para el conjunto de la ciudad, el PEUAT diferencia cuatro zonas con regulación propia que distribuye los alojamientos en su territorio, la proporción entre el número de plazas que se ofrecen y la población actual, los usos que se dan y la presencia de puntos de interés turístico.

La zona 1 o la nueva zona cero. Si has visitado Barcelona alguna vez como turista, seguro que tu primera parada la realizaste en esta zona. Las Ramblas y su bullicio, las sinuosas calles del llamado barrio gótico, el elegante y señorial Paseo de Gracia o los barrios de Sant Antoni y Poble Sec, últimamente tan de moda entre los más hipsters, son algunos de los puntos que la conforman y los más fotografiados por los visitantes. Además, también es probable que te alojaras en la zona 1, en la que se encuentra más del 60% de las plazas turísticas.

Para conseguir un decrecimiento en esta zona, el PEUAT prevé que cuando cese una actividad de alojamiento, no se permita la apertura de otra, tampoco se permitirá la ampliación de plazas en los establecimientos ya existentes. Se propicia, así, un decrecimiento.

La zona 2: importante concentración de establecimientos turísticos, aunque se mantiene. El mantenimiento del número de plazas actual en esta zona, prominentemente residencial, se conseguirá permitiendo implantar un nuevo establecimiento únicamente cuando, con anterioridad, se haya producido una baja en el censo. Además, el PEUAT define criterios de distancia y de densidad en función de las dimensiones de los establecimientos.

La zona 3: se permite la entrada a los nuevos y la ampliación de los existentes. Siempre que no se supere la densidad máxima de plazas definida según la capacidad morfológica de la zona y el grado actual de oferta de alojamientos turísticos, se posibilitará el crecimiento en este área.

La zona 4: La Marina del Prat Vermell, la Sagrera y el norte del 22@ son ámbitos con regulación específica por su posicionamiento urbano, su intensidad edificatoria y los usos que se están desarrollando. Por ejemplo, se pretende atraer a la zona del 22@ a empresas del sector tecnológico.

Áreas de tratamiento específico: Dentro de las zonas anteriormente descritas, se encuentran estas áreas que tienen un tratamiento específico. Se trata básicamente de los cascos antiguos de los barrios de Sants, Les Corts, Sarrià, Horta, Sant Andreu, el Clot, el Farró, Sant Nonat y Vilapicina.

Las zonas 2 y 3 están atravesadas por unos ejes de comunicación[3] con una regulación particular: los establecimientos que se sitúen sobre dichos ejes deberán estar separados entre ellos por un mínimo de 150 metros entre ellos.

El PEUAT prevé también condiciones para la implantación de los nuevos establecimientos, estableciendo, por ejemplo, que éstos podrán situarse en edificios en los que ninguna de sus entidades fuese una vivienda en fecha 1 de julio de 2015, que el edificio entero deberá destinarse a una misma actividad (excepto por lo que se refiere a la planta baja o locales), o que el tramo de la calle a la que de la fachada principal deberá tener una anchura mínima de 8 metros, con restringidas excepciones.

Las determinaciones por zonas del PEUAT se aplican teniendo en cuenta la distancia radial entre los establecimientos turísticos y la distancia lineal entre ellos. Se regula también las realización de obras en los establecimientos ya existentes, permitidas en casos muy restringidos y, claro está, cuando no comporten un aumento de plazas existentes ni la división en más de establecimientos.

En la práctica, proyectar la implantación de un hotel en la ciudad es una misión casi imposible.

Alojarse en una vivienda particular. El PEUAT no se olvida de las viviendas de uso turístico (en adelante «VUT»), aquellas cuyo propietario pone a disposición de terceros a cambio de una contraprestación económica. En 2005 existían 81 licencias para VUT, en 2011, 824 y en 2014, 9.606[4].

El crecimiento exponencial del otorgamiento de nuevas licencias se frenó en secó desde el año 2014, cuando, además, empezaron inspecciones y sanciones que pretenden controlar la proliferación de viviendas turísticas ilegales. Así pues, sólo será posible alojarse en una vivienda particular barcelonesa cuando ésta cuente con una licencia legal o, por supuesto, si has sido amablemente invitado por su propietario (en ese caso, ¡siempre es recomendable llevar flores o una buena botella de vino!).

El PEUAT viene a endurecer las medidas anteriores. No se concederán más licencias en la zona congestionada de la ciudad (Zona 1). Además, cuando se produzca el cese de una VUT en esta zona sólo se permitirá una nueva en una zona descongestionada o la reagrupación (es decir, llenar de VUT un solo edificio) en la zona de mantenimiento o de crecimiento. En estos casos, se deberán cumplir ciertas condiciones, como, por ejemplo preservar un cierto equilibrio entre las VUT y el número de vivienda normales[5] .

El PEUAT ha sido un instrumento polémico incluso antes de su aprobación. No son pocos los sectores económicos (el gremio hotelero, parte del tejido comercial y de servicios, etc.) que se han movilizado para presentar recursos judiciales en contra de la normativa, al entender que el Ayuntamiento se ha excedido en la regulación de competencias que no le pertenecen. En efecto, se presenta al PEUAT como un instrumento de regulación de los usos del suelo, pero es evidente que sus disposiciones tienen un impacto directo en materia de actividad económica.

Sin embargo, más allá de las dificultades jurídicas de su implantación, son las miles de maletas que ruedan por las calles de Barcelona cada día las que apuntan a una difícil conciliación ¿turismo sí o turismo no? y, sobre todo, ¿cuánto turismo necesita una ciudad?

Claudia Ambrós Biern

M&B Abogados

[1] Aprobado por el Plenario del Consejo Municipal en fecha 27 de enero de 2017 y publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de Barcelona el 6 de marzo de 2017.[2] La Avda. Josep Tarradellas, la Avda. Diagonal, la Via Augusta, la Roda del Mig, la Meridiana y la Gran Vía.[3] Fuente: http://ajuntament.barcelona.cat/pla-allotjaments-turistics/es/[4] Las VUT solo se podrán situar en aquellas manzanas donde la densidad no supere la relación entre el número de VUT y el número de viviendas en un 1,48%